domingo, 5 de junio de 2011

El movimiento 15M necesita un plan de acción.

Leer Indignaos o ver Inside Job, despierta la indignación de cualquiera. Es el libro de Hessel el que sin duda inspira el movimiento 15 M y el que da nombre a los protagonistas que hoy ocupan las plazas de España: Los indignados. Ambos títulos justifican por sí solos la necesidad de salir a las calles y exigir a nuestros gobiernos una “democracia real”. Los recortes sociales, la reforma laboral, la reforma de pensiones, la elevadísima tasa de paro, la impunidad de los mercados financieros,  no hacen más que sumar motivos a la causa del reciente movimiento al que me adherí convencida de que era necesario y casi obligatorio.
Me emocioné la primera vez que acudí a una asamblea. Habíamos pasado de “generación inmovilizada” a “generación indignada”. Por fin habíamos decidido unir fuerzas y entonar de forma colectiva nuestras reivindicaciones.
Hoy sigo creyendo en la causa, pero he abandonado las plazas. Podemos quejarnos conjuntamente en las calles de nuestras ciudades, aportar mil y una ideas y escucharnos los unos a los otros. Pero como estudiante de una carrera de comunicación, creo que ese ejercicio ya ha ocupado el tiempo preciso. Es hora de pensar en lo que en Relaciones Públicas se denomina Plan Estratégico de Comunicación y Acción. Suena académico, sí, pero es puro pragmatismo.
Los indignados denunciaron la escasa repercusión en los medios de comunicación, pero finalmente, la magnitud de sus acciones acaparó todas las portadas, las tertulias televisivas y los informativos de todas las cadenas. Hoy su mensaje se pierde en los medios, más centrados en la decisión de los acampados de abandonar el campamento que en el mensaje original del movimiento, que poco a poco se va disipando, cuando no desvirtuando.  
La elaboración de un plan de comunicación es cada vez más necesaria. Requiere establecer unos objetivos bien definidos y elaborar las estrategias y el plan de acción para su consecución. Si los indignados pretenden recuperar la relevancia que se alcanzó en los primeros días, si la idea es conseguir que los medios de comunicación no les abandonen, ni tampoco quienes les acompañamos en un principio, es hora de pasar a la acción.

1 comentario:

  1. Completamente de acuerdo. El “movimiento” no puede perder de vista que las acampadas fueron, originalmente, creadas como reivindicación y puesta en práctica de una “democracia real ya” en la que –como ejemplo para nuestras cada vez más esclerotizadas democracias parlamentarias- cualquiera pudiera ejercer su derecho a la voz y al voto. Coincidían con la fase asamblearia de la acción y no con una protesta como la que llevaron –de forma más o menos infructuosa: también debemos aprender de eso- los trabajadores de Sintel; Ahora debe pasarse a una fase nueva si “los indignados” no quieren acabar siendo mediáticamente invisibles por la monotonía de sus acciones: nada agradece más el poder que una protesta que queda restringida a unos pocos espacios públicos bien localizados y controlables, por no hablar de que la “ocupación” de plazas produce cada vez más antipatía en la medida que se percibe como un resultado de la incapacidad para trascender los objetivos en las primeras fases. Ahora lo que toca es extender progresivamente la “revuelta”, tomando cada vez mayor número de posiciones: las protestas contra los imputados valencianos, las asambleas de barrio en Barcelona, el contagio a Grecia y Francia en mi opinión van en el buen camino…De lo que se trata es de que la contestación ocupe cada vez más posiciones. Estas cosas son como el amor y la luna: si no crecen es porque están menguando :D Y eso si, esquivar el peligro de los fanáticos de la acracia que huyen de todo lo que huela a organización y estrategia a medio y largo plazo.

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