miércoles, 7 de marzo de 2012

El producto del año: el discurso de la derecha

Si usted ha comprado ya el discurso de la derecha, está a tiempo de devolver el producto. Si por el contrario está a punto de adquirirlo, piénseselo tres veces. Es posible que no sea consciente todavía de su compra. Para saberlo bastará con observarse un día en una cafetería con sus amigos, a la salida del trabajo, en el salón de su casa o con sus colegas de clase hablando sobre el abusivo sueldo de directivos sindicalistas y su deficiente función. Si este debate lo repite en diferentes ámbitos, es que usted se ha agenciado el discurso de la derecha. Pero insisto, no se preocupe, está a tiempo de devolver el producto. Quizá las prestaciones del mismo no sean tan beneficiosas como le han hecho creer.  
Es posible que no se haya dado cuenta de que de forma deliberada el objeto de su debate ha sido sacado a las calles. Primero pregúntese “¿por qué los sindicatos?” y después “¿por qué en un contexto de reforma laboral sin precedentes?”.
Puedo comprender la preocupación colectiva por la financiación pública de los sindicatos, pero ¿sabían que la CEOE también se financia con dinero público?, ¿por qué no está ese debate en la calle?
La exigencia de transparencia en las cuentas de las agrupaciones sindicales no estaría mal si se hiciera de forma equilibrada con respecto a la de la CEOE y otros agentes sociales, pero no es el caso. Es  posible que usted haya comprado un producto defectuoso, quiero decir, que le falten piezas, ¿no le parece? Es verdad que los titulares de todos los medios aluden de forma continua a las cúpulas sindicales, contribuyendo al desprestigio del que hoy gozan UGT y CCOO. Quizá la idea sea que refuerce ese discurso de desprestigio en plena reforma laboral, calificada como “histórica” por la derecha, y en la que se debilita definitivamente la negociación colectiva y por tanto, la necesaria función de las agrupaciones sindicales –esas que le representan en un conflicto laboral, no lo olvide-. Denostar su labor, hablar de sus deficientes resultados, participar de los debates demagógicos sobre cenas en restaurantes de cinco tenedores, o los supuestos Rolex de Cándido Méndez sólo favorecerá las medidas de deslegitimación de quienes en un conflicto entre empresa y trabajadores defenderán su postura. 

Mañana, cuando termine sus estudios en la universidad, buscará un empleo, es posible que le ofrezcan la mitad de sueldo que esperaba, pero tendrá que aceptarlo. En un año, puede que su jefe le plantee una reducción de aquel salario miserable que aceptó y entonces se acuerde de la figura del representante sindical, pero éste quizá ya no esté, o lo que es peor, será un mero figurante que no podrá discutir con su jefe su reducción salarial.
Si pese a todo, y  perteneciendo a la mayoría de ciudadanos españoles que aspira a una nómina ha decidido comprar el producto de la derecha, le deseo mucha suerte. Si por el contrario coincide conmigo, está a tiempo de devolver ese discurso en su punto de venta.

jueves, 1 de marzo de 2012

¡Qué orquestación!


“Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad” decía el ministro de propaganda de la Alemania nazi,  Joseph Goebbels. De entre todos los principios a los que recurría este maestro de la propaganda moderna, la vulgarización y la simplificación parecen haber sido hoy los elegidos por los periódicos ABC y La Razón. La simplificación porque de los disturbios sucedidos ayer en Barcelona en la manifestación de estudiantes y docentes de la universidad de Barcelona, ambas publicaciones han decidido simplificar al máximo al “culpable” y reducir el conflicto a unas siglas: El PSOE.  El mensaje ha de ser corto para que la masa lo comprenda rápido, cuanto más escueto y popular, más efectivo. Este es el principio de vulgarización. 

Adaptemos ambas premisas a la portada de ABC. De todos los mensajes informativos que podían desprenderse de lo sucedido ayer en las calles de Barcelona, este periódico escoge sobreimprimir en una foto con la calle en llamas: “La oposición responsable del PSOE” y subtitula “Los socialistas justifican las protestas muy violentas en Barcelona con asaltos a bancos”. Ya tenemos al violento culpable. Ni que decir tiene que el mensaje es bien corto, fácil de comprender y retener y por qué no, de divulgar también. Principio de vulgarización cumplido.  Pero quizá Goebbels habría quedado más satisfecho con el mensaje propagandístico de La Razón: “Prende la llama del PSOE”. Este mensaje, impreso en una imagen que cumple la función redundante del mismo - una calle en llamas- es mucho más efectivo.  Si acompañas este enunciado con otro que diga “Tras la campaña de agitación de Rubalcaba, los radicales incendian Barcelona”, entonces has superado al maestro. 

“¡Qué orquestación!”, exclamaría Goebbels. ABC, La Razón, Esperanza Aguirre, representantes políticos de la derecha,  el vicesecretario de organización del PP, Carlos Floriano. Todos entonando a la vez el mismo mensaje. ¿Cuántas veces tendrán que repetirlo para que todos lo creamos?