En
periodismo las prisas son malas consejeras, sin embargo, la inmediatez se ha
convertido en una exigencia cada vez más pujante en esta profesión. Pero la
infatigable búsqueda de la exclusiva, del ‘yo primero’ y de la noticia
instantánea, no da siempre buenos resultados. Es lo que le pasó a CNN y Fox el
pasado jueves, y lo explica muy bien Javier Valenzuela en su blog Crónica Negra
de El País: “La cadena televisiva de noticias estaba cubriendo en
directo la sentencia del Supremo cuando una de sus reporteras interrumpió para
dar la breaking news de que el tribunal
declaraba inconstitucional la pieza principal de la reforma de Obama. “Qué
momento dramático”, exclamó a continuación el veterano Wolf Blitzer para
comenzar a especular sobre lo que este fracaso podría suponer para la
presidencia del político afroamericano. Este error fue difundido de inmediato
en la página web de CNN, su cuenta en Twitter y su aplicación para iPhone.” Pueden
ver el texto íntegro aquí.
Este error, cada vez más habitual, es el resultado de un
vago trabajo de contrastación y verificación de los hechos, pieza clave del
periodismo y precepto con el que, lejos de lo que muchos pudieran pensar, se
instruye a los estudiantes en las facultades de comunicación. No hay día en las
aulas en el que no se mencione la obligada labor de verificación de los datos,
ni licenciado que no lo tenga claro. Sin embargo, los medios parecen
devolvernos algo bien distinto. La consecuencia inmediata es la pérdida de
credibilidad y confianza de las audiencias.
Para encontrar una rápida solución que ataje definitivamente
la crisis del periodismo, asumamos pues las responsabilidades. Empezando por
los medios, que hasta el momento parecen apostar por la reducción de sus
plantillas sin renunciar a la cantidad de contenidos, esto es, hacer más con
menos. No hay que ser un lince para darse cuenta de que ello supone una merma
inevitable en la calidad de las informaciones y una construcción superficial de
los contenidos.
Me permitiré una
comparación simple: a menos camareros en el restaurante peor te servirán la
sopa.
Por otro lado, los nuevos hábitos de consumo mediático: La
pronunciada tendencia hacia la gratuidad de los contenidos, potenciada desde
los propios medios, ha malacostumbrado a una audiencia que demanda, no con
menor exigencia, información rápida y gratis total. El círculo tramposo empieza
aquí. La cuenta de pérdidas y ganancias no cuadra y la solución de momento es
la configuración raquítica de las redacciones. No le pidamos pues peras al
olmo, y asumamos que la calidad tiene un precio. Recurriré nuevamente al
ejemplo anterior: a mejor servicio en el restaurante, mayor será el precio,
pero mejor te servirán la sopa.
Apostemos entonces por contenidos de calidad, trabajos
periodísticos elaborados y pagados. Para ello hay que hacer un ejercicio de
renuncia doble. Por un lado los medios de comunicación deberán prescindir de
las grandes audiencias y optar por segmentos más reducidos y dispuestos a pagar.
Por otro, la propia audiencia tendrá que asumir el precio de lo que demanda.