sábado, 30 de junio de 2012

El precio de la exclusiva


En periodismo las prisas son malas consejeras, sin embargo, la inmediatez se ha convertido en una exigencia cada vez más pujante en esta profesión. Pero la infatigable búsqueda de la exclusiva, del ‘yo primero’ y de la noticia instantánea, no da siempre buenos resultados. Es lo que le pasó a CNN y Fox el pasado jueves, y lo explica muy bien Javier Valenzuela en su blog Crónica Negra de El País: “La cadena televisiva de noticias estaba cubriendo en directo la sentencia del Supremo cuando una de sus reporteras interrumpió para dar la breaking news de que el tribunal declaraba inconstitucional la pieza principal de la reforma de Obama. “Qué momento dramático”, exclamó a continuación el veterano Wolf Blitzer para comenzar a especular sobre lo que este fracaso podría suponer para la presidencia del político afroamericano. Este error fue difundido de inmediato en la página web de CNN, su cuenta en Twitter y su aplicación para iPhone.” Pueden ver el texto íntegro aquí.
Este error, cada vez más habitual, es el resultado de un vago trabajo de contrastación y verificación de los hechos, pieza clave del periodismo y precepto con el que, lejos de lo que muchos pudieran pensar, se instruye a los estudiantes en las facultades de comunicación. No hay día en las aulas en el que no se mencione la obligada labor de verificación de los datos, ni licenciado que no lo tenga claro. Sin embargo, los medios parecen devolvernos algo bien distinto. La consecuencia inmediata es la pérdida de credibilidad y confianza de las audiencias. 

Para encontrar una rápida solución que ataje definitivamente la crisis del periodismo, asumamos pues las responsabilidades. Empezando por los medios, que hasta el momento parecen apostar por la reducción de sus plantillas sin renunciar a la cantidad de contenidos, esto es, hacer más con menos. No hay que ser un lince para darse cuenta de que ello supone una merma inevitable en la calidad de las informaciones y una construcción superficial de los contenidos.
Me permitiré una comparación simple: a menos camareros en el restaurante peor te servirán la sopa. 

Por otro lado, los nuevos hábitos de consumo mediático: La pronunciada tendencia hacia la gratuidad de los contenidos, potenciada desde los propios medios, ha malacostumbrado a una audiencia que demanda, no con menor exigencia, información rápida y gratis total. El círculo tramposo empieza aquí. La cuenta de pérdidas y ganancias no cuadra y la solución de momento es la configuración raquítica de las redacciones. No le pidamos pues peras al olmo, y asumamos que la calidad tiene un precio. Recurriré nuevamente al ejemplo anterior: a mejor servicio en el restaurante, mayor será el precio, pero mejor te servirán la sopa. 

Apostemos entonces por contenidos de calidad, trabajos periodísticos elaborados y pagados. Para ello hay que hacer un ejercicio de renuncia doble. Por un lado los medios de comunicación deberán prescindir de las grandes audiencias y optar por segmentos más reducidos y dispuestos a pagar. Por otro, la propia audiencia tendrá que asumir el precio de lo que demanda.