sábado, 18 de junio de 2011

TELEMADRID Y EL REINO DE LO SUBJETIVO: La manipulación pagada por todos

Esta mañana me he encontrado en el diario El País el siguiente titular: “Telemadrid admite el error de usar imágenes de Grecia para mostrar la "violencia" del 15-M”. Al parecer la cadena pública de Madrid, ilustró una noticia sobre el 15 M con las imágenes de manifestantes griegos en actitud violenta hacia la policía. Los manifestantes agredían a los agentes con palos, piedras, patadas, etc. Pero la portavoz de la cadena ha dicho que el lunes pedirán perdón por “el error”.  Claro, “debe tratarse de una equivocación”, - he pensado inmediatamente- “una de las premisas fundamentales que te enseñan en las facultades de periodismo de este país es que la realidad ha de mostrarse con la mayor fidelidad posible, incluyendo fotografías e imágenes”.
Pero como tengo memoria, en seguida ha aparecido en mi mente una fotografía con un Zapatero sobre el que se había sobreimpreso  el anagrama de ETA en los informativos de Telemadrid,  hace apenas unos meses. Entonces la cadena pública, también se refirió al incidente como un “error”.  He buscado la noticia y me la he releído,  y entonces me he dado cuenta de que ésta recordaba otro “desliz” de la cadena en el año 2006, cuando emitió en su programa Diario de la Noche, un vídeo en el que sobre la imagen de tres encapuchados de ETA, aparecía sobreimpreso el rótulo Palacio de La Moncloa, 10 de febrero 2006.  ¡Cuántos errores!, y cómo se parecen unos a otros. Demasiado parecidos, ¿no les parece?.
A ver, buscaremos varios términos en el diccionario de la RAE y sacaremos conclusiones:
-  Error: Vicio del consentimiento causado por equivocación de buena fe, que anula el acto jurídico si afecta a lo esencial de él o de su objeto
-  Manipular : Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares.
El primer término menciona la buena fe y el segundo habla de intereses particulares. Sí, a mí también me parece que la última definición responde con exactitud al modo en que la cadena pública Telemadrid informa a los ciudadanos. Pero juzguen ustedes mismos.


domingo, 5 de junio de 2011

El movimiento 15M necesita un plan de acción.

Leer Indignaos o ver Inside Job, despierta la indignación de cualquiera. Es el libro de Hessel el que sin duda inspira el movimiento 15 M y el que da nombre a los protagonistas que hoy ocupan las plazas de España: Los indignados. Ambos títulos justifican por sí solos la necesidad de salir a las calles y exigir a nuestros gobiernos una “democracia real”. Los recortes sociales, la reforma laboral, la reforma de pensiones, la elevadísima tasa de paro, la impunidad de los mercados financieros,  no hacen más que sumar motivos a la causa del reciente movimiento al que me adherí convencida de que era necesario y casi obligatorio.
Me emocioné la primera vez que acudí a una asamblea. Habíamos pasado de “generación inmovilizada” a “generación indignada”. Por fin habíamos decidido unir fuerzas y entonar de forma colectiva nuestras reivindicaciones.
Hoy sigo creyendo en la causa, pero he abandonado las plazas. Podemos quejarnos conjuntamente en las calles de nuestras ciudades, aportar mil y una ideas y escucharnos los unos a los otros. Pero como estudiante de una carrera de comunicación, creo que ese ejercicio ya ha ocupado el tiempo preciso. Es hora de pensar en lo que en Relaciones Públicas se denomina Plan Estratégico de Comunicación y Acción. Suena académico, sí, pero es puro pragmatismo.
Los indignados denunciaron la escasa repercusión en los medios de comunicación, pero finalmente, la magnitud de sus acciones acaparó todas las portadas, las tertulias televisivas y los informativos de todas las cadenas. Hoy su mensaje se pierde en los medios, más centrados en la decisión de los acampados de abandonar el campamento que en el mensaje original del movimiento, que poco a poco se va disipando, cuando no desvirtuando.  
La elaboración de un plan de comunicación es cada vez más necesaria. Requiere establecer unos objetivos bien definidos y elaborar las estrategias y el plan de acción para su consecución. Si los indignados pretenden recuperar la relevancia que se alcanzó en los primeros días, si la idea es conseguir que los medios de comunicación no les abandonen, ni tampoco quienes les acompañamos en un principio, es hora de pasar a la acción.

jueves, 2 de junio de 2011

Estrategias comunicativas de los partidos políticos y el papel de los medios

Que los medios de comunicación han sido instrumento de la actividad política desde tiempos inmemoriales, es un hecho más que fundado.

Los partidos políticos, conscientes de la capacidad difusora de los medios y de la fuerza que adquieren sus mensajes en estos - fundamentalmente en televisión-, conocedores también de la amplia aceptación de las audiencias hacia la bronca política y el espectáculo mediático, han iniciado un cruce de acusaciones de baja estofa – rayando el insulto personal- rebajando el nivel del debate político al de la prensa rosa, que indefectiblemente está llevando al descrédito de la ciudadanía de la clase política.

“Gobierno y PP se enzarzan sobre el trato a los imputados”, “El PP acusa al PSOE de «corrupción» y los socialistas responden con los tribunales”, “Chaves reprocha al PP los «vítores» a sus imputados por corrupción”. Así rezan los titulares de la prensa de nuestro país. Es la muestra evidente de que el eje central del mensaje político está construido por la confrontación entre partidos y el ataque. Pero no sólo eso, también se demuestra que la prensa favorece en gran medida estas técnicas comunicativas de los partidos, y están dispuestos a alimentar y reflejar el conflicto político, lejos de realizar el análisis en profundidad y clarificador que debiera ser característica inherente a la profesión del periodismo. De esta forma, el juego sucio está servido.

Sin duda, los partidos políticos tienen motivos para acusarse los unos a los otros. Los casos de corrupción publicados son una realidad. La presencia de imputados en las listas de unos y otros, se ha convertido en el elemento que más ha caracterizado las elecciones del 22 M.

Sin embargo, los ciudadanos, a pesar de tener una elevada percepción de corrupción política en España, a pesar de estar expuestos de forma continua a noticias e informaciones relacionadas con la corrupción, a pesar de asistir al juego permanente de acusaciones entre unos y otros en mítines, ruedas de prensa y declaraciones, parecen percibir como algo ajeno a sus vidas los casos de corrupción, como si no repercutiera en ellas. Camps es un ejemplo clarificador en este sentido. Figurar como imputado por cohecho en el caso Gürtel, no frenó su candidatura, y lejos de lo que uno pudiera imaginar, es hoy más popular que nunca. No solo su sastre no le ha pasado factura, tampoco lo ha hecho el electorado valenciano, que lo ha premiado concediéndole la mayoría absoluta.

Sin duda, son en gran medida responsables de este fenómeno los medios de comunicación, que si bien informan sobre los acontecimientos, han optado por la fórmula cada vez más extendida del titular llamativo o espectacular, en detrimento de una información más exacta, objetiva y veraz, que ayude a comprender al ciudadano las causas, motivos y consecuencias de estas infracciones de la ley, así como las repercusiones en la vida ciudadana. Todo ello en beneficio, una vez más, de la espectacularidad y en definitiva de la venta de ejemplares y obtención de amplias audiencias.

La negativa a responder a preguntas en las ruedas de prensa, para evitar mencionar desde medidas políticas que son incómodas hasta preguntas relacionadas con los casos de corrupción, es una práctica cada vez más extendida de los partidos políticos, que bien podría señalarse como una estrategia comunicativa muy hábil y que frena el acceso de los profesionales del periodismo a las informaciones, distorsionando inevitablemente las funciones de los mismos. Es imprescindible que la prensa reaccione con respecto a este fenómeno.  

También  la aceptación acrítica y sin derecho a réplica por parte de los medios de comunicación a los comunicados de prensa de los partidos, facilita las estrategias comunicativas de las formaciones políticas en claro perjuicio de los ciudadanos, que obtienen de esta forma informaciones sesgadas e interesadas, que en ningún caso han sido sometidas a juicio o cuestionadas.

El actual panorama mediático no parece invitar al optimismo en tanto que los partidos políticos se dirigen a los medios de comunicación como meros emisores de sus mensajes, y no como tradicionalmente habían sido considerados: medios de comunicación como una fuente de contrastación crítica de quienes ejercen el poder político.