
Es posible que no se haya dado cuenta de que de forma deliberada el objeto de su debate ha sido sacado a las calles. Primero pregúntese “¿por qué los sindicatos?” y después “¿por qué en un contexto de reforma laboral sin precedentes?”.
Puedo comprender la preocupación colectiva por la financiación pública de los sindicatos, pero ¿sabían que la CEOE también se financia con dinero público?, ¿por qué no está ese debate en la calle?
La exigencia de transparencia en las cuentas de las agrupaciones sindicales no estaría mal si se hiciera de forma equilibrada con respecto a la de la CEOE y otros agentes sociales, pero no es el caso. Es posible que usted haya comprado un producto defectuoso, quiero decir, que le falten piezas, ¿no le parece? Es verdad que los titulares de todos los medios aluden de forma continua a las cúpulas sindicales, contribuyendo al desprestigio del que hoy gozan UGT y CCOO. Quizá la idea sea que refuerce ese discurso de desprestigio en plena reforma laboral, calificada como “histórica” por la derecha, y en la que se debilita definitivamente la negociación colectiva y por tanto, la necesaria función de las agrupaciones sindicales –esas que le representan en un conflicto laboral, no lo olvide-. Denostar su labor, hablar de sus deficientes resultados, participar de los debates demagógicos sobre cenas en restaurantes de cinco tenedores, o los supuestos Rolex de Cándido Méndez sólo favorecerá las medidas de deslegitimación de quienes en un conflicto entre empresa y trabajadores defenderán su postura.

Si pese a todo, y perteneciendo a la mayoría de ciudadanos españoles que aspira a una nómina ha decidido comprar el producto de la derecha, le deseo mucha suerte. Si por el contrario coincide conmigo, está a tiempo de devolver ese discurso en su punto de venta.